domingo, 21 de febrero de 2010

Elogio de la sombra.

Jorge Luis Borges
Elogio de la sombra

La vejez (tal es el nombre que los otros le dan) puede ser el tiempo de nuestra dicha. El animal ha muerto o casi ha muerto. Quedan el hombre y su alma. Vivo entre formas luminosas y vagas que no son aún la tiniebla. Buenos Aires, que antes se desgarraba en arrabales hacia la llanura incesante, ha vuelto a ser la Recoleta, el Retiro, las borrosas calles del Once y las precarias casas viejas que aún llamamos el Sur. Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas; Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar; el tiempo ha sido mi Demócrito. Esta penumbra es lenta y no duele; fluye por un manso declive y se parece a la eternidad. Mis amigos no tienen cara, las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años, las esquinas pueden ser otras, no hay letras en las páginas de los libros. Todo esto debería atemorizarme, pero es una dulzura, un regreso. De las generaciones de los textos que hay en la tierra sólo habré leído unos pocos, los que sigo leyendo en la memoria, leyendo y transformando. Del Sur, del Este, del Oeste, del Norte, convergen los caminos que me han traído a mi secreto centro. Esos caminos fueron ecos y pasos, mujeres, hombres, agonías, resurrecciones, días y noches, entresueños y sueños, cada ínfimo instante del ayer y de los ayeres del mundo, la firme espada del danés y la luna del persa, los actos de los muertos, el compartido amor, las palabras, Emerson y la nieve y tantas cosas. Ahora puedo olvidarlas. Llego a mi centro, a mi álgebra y mi clave, a mi espejo. Pronto sabré quién soy.
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Julio Cortazar “No quiero llegar a ser un viejo decrépito”

26 años sin Cortazar
“No quiero llegar a ser un viejo decrépito”, dijo alguna vez Julio Cortázar.Y se murió a los 70, antes de ser un viejo de verdad siquiera. Los rufianes del chisme dicen que se murió de Sida, como si eso importara.Se murió, sencillamente. Pero dejó una obra que lo sobrepasa, un ejemplo de coherencia que los tránsfugas siempre le envidiaron, y un modo de ser y de leer, de escribir y de jazzear, de puntuar y de vocear que lo hacen único e inolvidable.Cortázar fue un escritor genial que no quería honores. Lo que tuvo siempre fueron lectores. Y lo que podía regalar era estilo.Hay escritores de enorme talento sobre los que pesa, sin embargo, la desgracia de carecer de firma. Son buenísimos pero jamás le sacaron al idioma una franquicia que les permitiera algunas exclusividades (que en eso consiste el estilo, no me digan).Cortázar, en cambio, dejaba la huella de un bisonte en cada página. No hay cómo confundirlo. Allí están sus parrafadas enormes que imitaban el oleaje, su antisolemnidad, su incapacidad orgánica de ser huachafo, sus cuentos sin sobras, sus guiños anarcosurrealistas, sus burlas despiadadas, su intelectualismo moteado de ternura (ejemplo: algunas conversaciones de Lucía -la Maga- con Horacio Oliveira). Y por encima de todo eso estaba la marca Cortázar: un modo personal y brillantísimo de entender la narración, de quitarle sonsonetes al idioma, de incorporar ráfagas de monólogo interior sin perder de vista la exterioridad del relato. Y unas ganas de joder que sólo podían venir de un hombre lúdico y de un espíritu burlón. Ejemplo clásico de estas ganas es el idioma inventado en “Rayuela” (el glíglico) para describir el sexo entre la Maga y Oliveira (¿o debería decir entre la Maga y cualquiera?). El glíglico consistía en frases como esta: “Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa...”La primera vez que leí “Rayuela” fue en 1966, a los 18 años. Leyendo esa página de jerga de cama (y hasta de camastro) reí como sólo se puede reír a los 18. Y lo increíble es que ahora, varias mujeres y décadas después, el “glíglico” me sigue alegrando y entonando.Valga este recuerdo para quienes sólo quieren evocar al Cortázar comprometido y casi nicaragüense. Ese Cortázar valía -aunque escribió una mala novela que se llamó “Libro de Manuel”-, pero a su lado siempre estuvo el Cortázar intemporal que me cambió la vida con su prosa de gabardina sucia.Y no hablo, claro, sólo de “Rayuela”. Hablo también de sus cuentos -los mejores que se han escrito en la literatura latinoamericana-, esas piezas maestras que nos llevaban al desespero (los de “Bestiario”), o a la parodia de la inviabilidad social (“La autopista del sur”), o a los lugares menos soleados de la creación (“El perseguidor”). Cortázar fue un cuentista magistral de muchísimos cuentos y el novelista supremo de una sola novela. Y esa fue “Rayuela”, un libro actualmente proscrito, quizá porque nada tiene que ver con los aspartames seudoliterarios que hoy cotizan las editoriales y sus mafias.“Rayuela” es uno de los pocos libros que me hizo mirar al mundo de otra manera y a la literatura de otra manera y al amor de otrísima manera. Jamás podré olvidar a la Maga siendo leal a Oliveira y defendiendo su soledad de hembra deseada en el París que hablaba de Mondrian:“-No sea asqueroso -dijo monótonamente la Maga-. ¿Qué gana con querer embarrar a Horacio? ¿No sabe que estamos separados, que se ha ido por ahí, con esta lluvia?”No hay muchos libros que te abran los ojos y que te llenen los oídos. “Rayuela” es uno de ellos. Y hoy que estamos cerca del vigésimoquinto aniversario de la muerte de Julio Cortázar he sacado de un estante el viejo libro -decrépito, él sí- y lo he ido brincando y salteando como si fuera lo que es: una rayuela, el juego misterioso que Cortázar nos hizo jugar, el juego que termina en un cielo pintado con tiza en una acera.

lunes, 15 de febrero de 2010

Discurso final de la película El Gran Dictador / Por: Charles Chaplin

Discurso final de la película El Gran Dictador
Por: Charles Chaplin
Yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio, sino ayudar a todos si fuera posible. Blancos o negros. Judíos o gentiles. Tenemos que ayudarnos los unos a los otros; los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacernos desgraciados. No queremos odiar ni ayudar a nadie. En este mundo hay sitio para todos y la buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres.
Lo siento.
Pero yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio, sino ayudar a todos si fuera posible. Blancos o negros. Judíos o gentiles. Tenemos que ayudarnos los unos a los otros; los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacernos desgraciados. No queremos odiar ni ayudar a nadie. En este mundo hay sitio para todos y la buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres. El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las armas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia las miserias y las matanzas.
Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a nosotros mismos. El maquinismo, que crea abundancia, nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. Nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado, sentimos muy poco.
Más que máquinas necesitamos más humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura.
Sin estas cualidades la vida será violenta, se perderá todo. Los aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos. La verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad humana, exige la hermandad universal que nos una a todos nosotros.
Ahora mismo, mi voz llega a millones de seres en todo el mundo, millones de hombres desesperados, mujeres y niños, víctimas de un sistema que hace torturar a los hombres y encarcelar a gentes inocentes. A los que puedan oirme, les digo: no deseperéis. La desdicha que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de homres que temen seguir el camino del progreso humano.
El odio pasará y caerán los dictadores, y el poder que se le quitó al pueblo se le reintegrará al pueblo, y, así, mientras el Hombre exista, la libertad no perecerá.
Soldados.
No os entreguéis a eso que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas y os dicen qué tenéis que hacer, qué decir y qué sentir.
Os barren el cerebro, os ceban, os tratan como a ganado y como carne de cañón. No os entreguéis a estos individuos inhumanos, hombres máquina, con cerebros y corazones de máquina.
Vosotros no sois ganado, no sois máquinas, sois Hombres. Lleváis el amor de la Humanidad en vuestros corazones, no el odio. Sólo lo que no aman odian, los que nos aman y los inhumanos.
Soldados.
No luchéis por la esclavitud, sino por la libertad. El el capítulo 17 de San Lucas se lee: "El Reino de Dios no está en un hombre, ni en un grupo de hombres, sino en todos los hombres..." Vosotros los hombres tenéis el poder. El poder de crear máquinas, el poder de crear felicidad, el poder de hacer esta vida libre y hermosa y convertirla en una maravilosa aventura.
En nombre de la democracia, utilicemos ese poder actuando todos unidos. Luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres un trabajo, a la juventud un futuro y a la vejez seguridad. Pero bajo la promesa de esas cosas, las fieras subieron al poder. Pero mintieron; nunca han cumplido sus promesas ni nunca las cumplirán. Los dictadores son libres sólo ellos, pero esclavizan al pueblo. Luchemos ahora para hacer realidad lo prometido. Todos a luchar para liberar al mundo. Para derribar barreras nacionales, para eliminar la ambición, el odio y la intolerancia.
Luchemos por el mundo de la razón.
Un mundo donde la ciencia, el progreso, nos conduzca a todos a la felicidad.
Soldados.
En nombre de la democracia, debemos unirnos todos.

Fuente y Nota de Laclase.info:
"El Gran Dictador", filmada en 1940, en plena segunda guerra mundial, es la primera película hablada de Chaplin. El discurso que cierra la película, pronunciado por un barbero judío que disfrazado suplanta al dictador fascista ("Hynkel", una parodia de Hitler), representa su testamento por la paz y la justicia. A raíz del discurso progresista de la película, el gobierno de los EEUU la calificó como "antiamericana", y arreció su persecusión contra Chaplin, quien debió exiliarse.

domingo, 14 de febrero de 2010

Carta de Augusto Cesar Sandino a Maria Sandino

A MARIA SANDINO
La ceiba y Dutuville, 3 de junio de 1922 Srta. Mariíta S. Sandino La Victoria.
Amor mío: Estoy cumpliendo un año de estar ausente de ti, vida Mía, pero ese año de dura ausencia, ni veinte más, podrían ser suficientes Para que en mí pueda disminuir el invariable amor que te profeso.
Este Año de triste ausencia no ha sido más que un año de remordimientos
Para mí, ha sido un año de innumerables aventuras, no puedes tú, ni Quien no ha aventurado, comprender lo duro que es aventurar.
No tomes por el lado desfavorable para mí la palabra de aventurero, Pues eso puede llegarlo a ser cualquier hombre que las circunstancias Se lo obliguen. También debes tener presente que el que ha cruzado Por tales caminos, es cuatro veces más hombre que los que si alguna ves han salido, ha sido respaldados por la opulencia, y por eso es que todo aquél que ha cruzado por caminos tan difíciles, se cree cuando está cuando está junto a esos pajaritos, que aún no saben lo que es mundo, como con el orgullo que puede sentir un billete de a cien dólares ante unos centa- vitos de cobre. Mariíta: Yo me siento muy apenado cuando recuerdo de las cartas que te he mandado y que no me las contestastes, y tu silencio me ha obligado a que yo me forme una porción de conjeturas. Yo soy muy malicioso, y cuando tengo mis horas de meditación he logrado el imaginarme cuánto uds, pueden pensar de mí. Voy a referirte cuanto me supongo que dicen. Por ejemplo, tú piensas esto: Este he sido mi dolor de cabeza, es un embustero, también puede ser que me quiera, pues ya han transcu- rrido algunos años y no me olvida, pero mi mayor tuerce es que aún no lo quiero mucho, pues yo creo que no volverá y es mejor que no le honre con el contestarle por que de lo contrario él seguirá de necio y... tal vez yo pierda, sí, sí, no, sí, no, sí... es mejor que le olvide, ¡ay Dios, concédeme lo que te pido!, no, no, este ya no, ¡me pesa!, me arrepiento hasta... Otra cosa ¿y de qué me he enamorado yo? El no es un tipo, él no es rico y, sobre todo, se fue... pero ¡es mejor, es mejor! ¿ si vuelve?, pues no le haré caso, sí, sí, estoy resuelta y qué me im- porta que se quiebre la cabeza pensando en mí este tonto. Lo que dice entre sí tu papá: Ese no sirve para mi hija, ella no me estorba y para qué la voy a sacrificar con ese vago que ya no gusta estar en su lugar y es seguro que la locura que hizo fue intencional para irse, no hay modo que yo consienta el que le contesten a ese vago, perverso, engañador. Lo que dice tu abuelita: Yo no digo nada, lo único que digo es que él no es malo y que si se hubiese casado, él pues fuera un espléndido marido, pero la tuerce lo persiguió. Lo que dice tu mamá: Ese no vuelve, ya le gustó la vagancia y comprendí que era mentiroso. Lo que dice tu tiíta Mariíta: Yo no creí que se casaran pues siempre a él lo miré muy informal. Mateíto y Zoilita estoy seguro que no estiran ni jalan, cuando mucho en veces dirán que se alegran y en veces que pobre yo. Esto es cuanto me imagino de uds. A ti te ruego que me perdones si mis malignas conjeturas te ofenden y deseo que sepas que mientras yo viva no te olvidaré. Saludes a quienes miento en mi maliciosa carta. Tú, vida mía, ángel mío, recibe un sin fin de besos y abrazos de tu AUGUSTO. Maya mía, si me quieres, saluda a mi papá en mi nombre, lo mismo que a mi mamá y por eso te doy un beso más. Adiós. Tuyo.

domingo, 7 de febrero de 2010

Perdón, Violeta

Perdón, Violeta
José Steinsleger

A Safa Karim, de once años, y a su mamá de velo negro les enviamos los versos de una canción de Violeta Parra (1917-66),
madre nuestra de la tierra nuestra: Cuando yo salí de aquí dejé mi corazón en la cuna creí que l'mamita Luna me l'iba a cuidar a mí.
Safa agoniza en el hospital Hindi de Bagdad. "La niña -dice el colega Robert Fisk- sangra por dentro y se retuerce en la cama con un enorme vendaje en el vientre y... cuatro pañuelos corrientes y sucios que la sujetan de muñecas y tobillos a la cama. Gime y se revuelve en la cama, luchando a la vez contra el dolor y el cautiverio..." En el mismo lugar, Fisk describe el estado de Saadia Hussein al-Shomari, de 50 años, "...cuyo largo cabello se desparramaba sobre la toalla en la cual estaba recostada, con la cara, los senos, las pantorrillas, los brazos, las piernas, el vientre y los pies llenos de agujeritos...". A Saadia le enviamos el adagio del Concierto para clarinete en la, de Mozart,
y versos de Violeta también: Miren como nos hablan del paraíso cuando nos llueven balas como granizo.
Safa y Saadia fueron alcanzadas por las esquirlas de las bombas de fragmentación (cluster bomb o de racimo). Durante la guerra Irán-Irak (1980-88), con el visto bueno de Ronald Reagan y la CIA, ambos países se arrojaron mutuamente estas bombas de uso prohibido por su alto poder destructivo, que la invasión de Washington sigue arrojando a discreción sobre miles de civiles iraquíes. Desde la guerra de Vietnam, Estados Unidos emplea en todas sus guerras las bombas de racimo, compuestas por centenares de pequeñas bombas del tamaño de una bebida gaseosa, que se arrojan en paracaídas y se esparcen en un área de 500 metros cuadrados antes de que el proyectil llegue al suelo. En Laos, más de 25 años después del fin de la guerra en Vietnam, unas 500 mil toneladas de estas bombas no han explotado y esperan a su víctima; en las islas Malvinas los ingleses lanzaron más de 100 con mil 500 latas de este tipo, que también pueden estallar 24 y 72 horas después de haber sido sembradas. En Afganistán las latas tienen un color amarillo vistoso. El mismo color de los paquetes "humanitarios" que arroja la Agencia Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos (AID), por lo que son una atracción para incautos, niños y agricultores. El modelo se fabrica con base en un generador para hacerlas explotar; fue inventado por el chileno Carlos Cardoen en los años 70. Cardoen vendió bombas de racimo a Etiopía durante la guerra de Mengistu contra los civiles de Eritrea; a los racistas sudafricanos a quienes ayudó a burlar el embargo de armas mediante la colocación de etiquetas made in Chile; a Zimbabwe en su lucha contra la guerrilla rebelde; a los fascistas croatas en la guerra contra Yugoslavia, y después se puso a experimentar con bombas de "combustible aire", llamadas la "bomba atómica del pobre". En Estados Unidos la empresa Allian Techsystems, de Minesotta, produce desde 1984 las bombas de racimo CBU-87, como las usadas en Afganistán e Irak. Graduado en ingeniería metalúrgica por la Universidad de Utah, Cardoen empezó con la fabricación de minas antitanques. En 1981 obtuvo la licencia suiza de la Mowag para armar dos prototipos de vehículos blindados anfibios (Piraña), casquillos de artillería y cohetes. En la gerencia general de Industrias Cardoen de Santiago destacaban en los años 80 dos grandes fotografías. En la una figuraba el inventor estrechando la mano del presidente Saddam Hussein; en la otra el personaje sonríe junto al general Augusto Pinochet, quien en 1977 pidió a las empresas locales suplir el faltante tras la prohibición internacional de vender armas a la dictadura fascista. Cardoen tiene una filosofía profunda y enternecedora: "Las armas no deberían existir. El problema está en los seres humanos que las utilizan", repite en las entrevistas como si fuese discípulo de Sun Tse, Mao o el general vietnamita Nguyen Giap. "Sin embargo -añade-, sería una grave irresponsabilidad cerrar o terminar con la fabricación de armamentos." Los gobiernos de la concertación, a los que ha regalado millones de dólares, y en particular el presidente Ricardo Lagos, ponderan a Cardoen como un "hombre de éxito". Y además, súper culto.
La semana pasada Isabel y Ángel Parra, hijos de Violeta que ya no distinguen "el negro del blanco", agradecieron al alcalde pinochetista Joaquín Lavín el comodato por 30 años donde funcionará el Museo Violeta Parra, sostenido por la Fundación Cardoen.
"¡Por fin un museo para que se le devuelva la obra de Violeta al pueblo de Chile!", dijo Ángel. "La obra de Violeta nos pertenece a todos los chilenos", declaró Lavín.
En los años 60 Nicanor, hermano de la poetisa, publicó el famoso antipoema “La izquierda y derecha unidas/ jamás serán vencidas”. Fue escrito mientras Violeta cantaba acerca de lo que se tiene que hacer: cuando nos venden la patria como si fuera alfiler quiero un hijo guerrillero que la sepa defender.

(México D.F. 9 de abril de 2003 La Jornada)

NUEVO ELOGIO DE LA LOCURA (LA AUTENTICA) A 23 años de este hermoso artículo, no está de más republicarlo. Ricardo Alvarado

Nuevo elogio de la locura
Julio Cortázar
Publicado originalmente en el periódico La República,París, 19 de febrero de 1982
El primero fue escrito hace siglos por Erasmo de Rotterdam. No recuerdo bien de qué trataba, pero su título me conmovió siempre, y hoy sé por qué: la locura merece ser elogiada cuando la razón, esa razón que tanto enorgullece al Occidente, se rompe los dientes contra una realidad que no se deja ni se dejará atrapar jamás por las frías armas de la lógica, la ciencia pura y la tecnología.De Jean Cocteau es esta profunda intuición que muchos prefieren atribuir a su supuesta frivolidad: Victor Hugo era un loco que se creía Victor Hugo. Nada más cierto: hay que ser genial -epíteto que siempre me pareció un eufemismo razonable para explicar el grado supremo de la locura, es decir, de la ruptura de todos los lazos razonables- para escribir Los trabajadores del mar y Nuestra Señora de París. Y el día en que los plumíferos y los sicarios de la junta militar argentina echaron a rodar la calificación de "locas" a las Madres de Plaza de Mayo, más les hubiera valido pensar en lo que precede, suponiendo que hubieran sido capaces, cosa harto improbable.Estúpidos como corresponde a su fauna y a sus tendencias, no se dieron cuenta de que echaban a volar una inmensa bandada de palomas que habría de cubrir los cielos del mundo con su mensaje de angustiada verdad, con su mensaje que cada día es más escuchado y más comprendido por las mujeres y los hombres libres de todos los pueblos.Como no tengo nada de politólogo y mucho de poeta, veo el curso de la historia como los calígrafos japoneses sus dibujos: hay una hoja de papel, que es el espacio y también el tiempo, hay un pincel que una mano deja correr brevemente para trazar signos que se enlazan, juegan consigo mismo, buscan su propia armonía y se interrumpen en el punto exacto que ellos mismos determinan. Sé muy bien que hay una dialéctica de la historia (no sería socialista si no lo creyera), pero también sé que esa dialéctica de las sociedades humanas no es un frío producto lógico como lo quisieran tantos teóricos de la historia y la política. Lo irracional, lo inesperado, la bandada de palomas, las Madres de Plaza de Mayo, irrumpen en cualquier momento para desbaratar y trastrocar los cálculos más científicos de nuestras escuelas de guerra y de seguridad nacional.Por eso no tengo miedo de sumarme a los locos cuando digo que, de una manera que hará crujir los dientes de muchos bien pensantes, la sucesión del general Viola por el general Galtieri es hoy obra evidente y triunfo significativo de ese montón de Madres y de Abuelas que desde hace tanto tiempo se obstinan en visitar la Plaza de Mayo por razones que nada tienen que ver con sus bellezas edilicias o la majestad más bien cenicienta de su celebrada Pirámide.En los últimos meses, la actitud cada vez más definida de una parte del pueblo argentino se ha apoyado consciente o inconscientemente en la demencial obstinación de un puñado de mujeres que reclaman explicación por la desaparición de sus seres queridos. La vergüenza es una fuerza que puede disimularse mucho tiempo, pero que al final estalla de las maneras más inesperadas, y ese factor no ha sido tenido jamás en cuenta por la soberbia de los militares en el poder.Que bajo la férula menos violenta de Viola esa explosión haya asumido la magnitud de una manifestación de miles y miles de argentinos en las calles céntricas de Buenos Aires, y una serie creciente de declaraciones, denuncias y peticiones en los periódicos, es una prueba de debilidad castrense que la estirpe de los Galtieri y otros halcones no podía tolerar. Ellos, por supuesto, no lo saben de manera demasiado lúcida, pero la lógica de la locura no es menos implacable que la que se estudia en el colegio militar: el corolario del teorema es que el general Galtieri debería estar reconociendo a las Madres de Plaza de Mayo, pues es sobre todo gracias a ellas que ha podido dar el zarpazo que acaba de encaramarlo en el sillón de los mandamás.Por su parte, las madres y las abuelas que sin saberlo han facilitado su entronización, no tienen la menor idea de lo que han hecho. Muy al contrario, pues en el plano de la realidad inmediata esa sustitución de jefatura significa una profunda agravación del panorama político y social de la Argentina. Pero esa agravación es al mismo tiempo la prueba de que la copa está cada vez más colmada, y de que el proceso llega a su punto de máxima tensión. Es entonces que la respuesta de esa parte de nuestro pueblo capaz de seguir teniendo vergüenza deberá entrar en acción por todas las vías posibles, y que las fuerzas del interior y del exterior del país tendrán que responder a algo que las está invitando a salir de una etapa harto explicable pero que no puede continuar sin darles la razón a quienes pretenden tenerla.Sigamos siendo locos, madres y abuelitas de la Plaza de Mayo, gentes de pluma y de palabra, exiliados de dentro y de fuera. Sigamos siendo locos, argentinos: no hay otra manera de acabar con esa razón que vocifera sus slogans de orden, disciplina y patriotismo. Sigamos lanzando las palomas de la verdadera patria a los cielos de nuestra tierra y de todo el mundo.

ALTAZOR "El Viaje en Paracaídas" Vicente Huidobro

ALTAZOR "EL VIAJE EN PARACAIDAS" (1.919/Madrid 1.931)
Vicente Huidobro. (Santiago, 1893 - Cartagena de Chile, 1948).
Poeta fundador del Creacionismo, movimiento poético vanguardista. Fue además uno de los impulsores de la poesía de vanguardia en América Latina.

PREFACIO

Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo; nací en el Equinoccio, bajo las hortensias y los aeroplanos del calor. Tenía yo un profundo mirar de pichón, de túnel y de automóvil sentimental. Lanzaba suspiros de acróbata. Mi padre era ciego y sus manos eran más admirables que la noche. Amo la noche, sombrero de todos los días. La noche, la noche del día, del día al día siguiente. Mi madre hablaba como la aurora y como los dirigibles que van a caer. Tenía cabellos color de bandera y ojos llenos de navíos lejanos. Una tarde, cogí mi paracaídas y dije: «Entre una estrella y dos golondrinas.» He aquí la muerte que se acerca como la tierra al globo que cae. Mi madre bordaba lágrimas desiertas en los primeros arcoiris. Y ahora mi paracaídas cae de sueño en sueño por los espacios de la muerte. El primer día encontré un pájaro desconocido que me dijo: «Si yo fuese dromedario no tendría sed. ¿Qué hora es?» Bebió las gotas de rocío de mis cabellos, me lanzó tres miradas y media y se alejó diciendo: «Adiós» con su pañuelo soberbio. Hacia las dos aquel día, encontré un precioso aeroplano, lleno de escamas y caracoles. Buscaba un rincón del cielo donde guarecerse de la lluvia. Allá lejos, todos los barcos anclados, en la tinta de la aurora. De pronto, comenzaron a desprenderse, uno a uno, arrastrando como pabellón jirones de aurora incontestable. Junto con marcharse los últimos, la aurora desapareció tras algunas olas desmesuradamente infladas. Entonces oí hablar al Creador, sin nombre, que es un simple hueco en el vacío, hermoso, como un ombligo. «Hice un gran ruido y este ruido formó el océano y las olas del océano. »Este ruido irá siempre pegado a las olas del mar y las olas del mar irán siempre pegadas a él, como los sellos en las tarjetas postales. »Después tejí un largo bramante de rayos luminosos para coser los días uno a uno; los días que tienen un oriente legítimo y reconstituido, pero indiscutible. »Después tracé la geografía de la tierra y las líneas de la mano. »Después bebí un poco de cognac (a causa de la hidrografía). »Después creé la boca y los labios de la boca, para aprisionar las sonrisas equívocas y los dientes de la boca, para vigilar las groserías que nos vienen a la boca. »Creé la lengua de la boca que los hombres desviaron de su rol, haciéndola aprender a hablar... a ella, ella, la bella nadadora, desviada para siempre de su rol acuático y puramente acariciador.» Mi paracaídas empezó a caer vertiginosamente. Tal es la fuerza de atracción de la muerte y del sepulcro abierto. Podéis creerlo, la tumba tiene más poder que los ojos de la amada. La tumba abierta con todos sus imanes. Y esto te lo digo a ti, a ti que cuando sonríes haces pensar en el comienzo del mundo. Mi paracaídas se enredó en una estrella apagada que seguía su órbita concienzudamente, como si ignorara la inutilidad de sus esfuerzos. Y aprovechando este reposo bien ganado, comencé a llenar con profundos pensamientos las casillas de mi tablero: «Los verdaderos poemas son incendios. La poesía se propaga por todas partes, iluminando sus consumaciones con estremecimientos de placer o de agonía. »Se debe escribir en una lengua que no sea materna. »Los cuatro puntos cardinales son tres: el sur y el norte. »Un poema es una cosa que será. »Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser. »Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser. »Huye del sublime externo, si no quieres morir aplastado por el viento. »Si yo no hiciera al menos una locura por año, me volvería loco.» Tomo mi paracaídas, y del borde de mi estrella en marcha me lanzo a la atmósfera del último suspiro. Ruedo interminablemente sobre las rocas de los sueños, ruedo entre las nubes de la muerte. Encuentro a la Virgen sentada en una rosa, y me dice: »Mira mis manos: son transparentes como las bombillas eléctricas. ¿Ves los filamentos de donde corre la sangre de mi luz intacta? »Mira mi aureola. Tiene algunas saltaduras, lo que prueba mi ancianidad. »Soy la Virgen, la Virgen sin mancha de tinta humana, la única que no lo sea a medias, y soy la capitana de las otras once mil que estaban en verdad demasiado restauradas. »Hablo una lengua que llena los corazones según la ley de las nubes comunicantes. »Digo siempre adiós, y me quedo. »Ámame, hijo mío, pues adoro tu poesía y te enseñaré proezas aéreas. »Tengo tanta necesidad de ternura, besa mis cabellos, los he lavado esta mañana en las nubes del alba y ahora quiero dormirme sobre el colchón de la neblina intermitente. »Mis miradas son un alambre en el horizonte para el descanso de las golondrinas. »Ámame.» Me puse de rodillas en el espacio circular y la Virgen se elevó y vino a sentarse en mi paracaídas. Me dormí y recité entonces mis más hermosos poemas. Las llamas de mi poesía secaron los cabellos de la Virgen, que me dijo gracias y se alejó, sentada sobre su rosa blanda. Y heme aquí, solo, como el pequeño huérfano de los naufragios anónimos. Ah, qué hermoso..., qué hermoso. Veo las montañas, los ríos, las selvas, el mar, los barcos, las flores y los caracoles. Veo la noche y el día y el eje en que se juntan. Ah, ah, soy Altazor, el gran poeta, sin caballo que coma alpiste, ni caliente su garganta con claro de luna, sino con mi pequeño paracaídas como un quitasol sobre los planetas. De cada gota del sudor de mi frente hice nacer astros, que os dejo la tarea de bautizar como a botellas de vino. Lo veo todo, tengo mi cerebro forjado en lenguas de profeta. La montaña es el suspiro de Dios, ascendiendo en termómetro hinchado hasta tocar los pies de la amada. Aquél que todo lo ha visto, que conoce todos los secretos sin ser Walt Whitman, pues jamás he tenido una barba blanca como las bellas enfermeras y los arroyos helados. Aquél que oye durante la noche los martillos de los monederos falsos, que son solamente astrónomos activos. Aquél que bebe el vaso caliente de la sabiduría después del diluvio obedeciendo a las palomas y que conoce la ruta de la fatiga, la estela hirviente que dejan los barcos. Aquél que conoce los almacenes de recuerdos y de bellas estaciones olvidadas. Él, el pastor de aeroplanos, el conductor de las noches extraviadas y de los ponientes amaestrados hacia los polos únicos. Su queja es semejante a una red parpadeante de aerolitos sin testigo. El día se levanta en su corazón y él baja los párpados para hacer la noche del reposo agrícola. Lava sus manos en la mirada de Dios, y peina su cabellera como la luz y la cosecha de esas flacas espigas de la lluvia satisfecha. Los gritos se alejan como un rebaño sobre las lomas cuando las estrellas duermen después de una noche de trabajo continuo. El hermoso cazador frente al bebedero celeste para los pájaros sin corazón. Sé triste tal cual las gacelas ante el infinito y los meteoros, tal cual los desiertos sin mirajes. Hasta la llegada de una boca hinchada de besos para la vendimia del destierro. Sé triste, pues ella te espera en un rincón de este año que pasa. Está quizá al extremo de tu canción próxima y será bella como la cascada en libertad y rica como la línea ecuatorial. Sé triste, más triste que la rosa, la bella jaula de nuestras miradas y de las abejas sin experiencia. La vida es un viaje en paracaídas y no lo que tú quieres creer. Vamos cayendo, cayendo de nuestro cenit a nuestro nadir y dejamos el aire manchado de sangre para que se envenenen los que vengan mañana a respirarlo. Adentro de ti mismo, fuera de ti mismo, caerás del cenit al nadir porque ése es tu destino, tu miserable destino. Y mientras de más alto caigas, más alto será el rebote, más larga tu duración en la memoria de la piedra. Hemos saltado del vientre de nuestra madre o del borde de una estrella y vamos cayendo. Ah mi paracaídas, la única rosa perfumada de la atmósfera, la rosa de la muerte, despeñada entre los astros de la muerte. ¿Habéis oído? Ese es el ruido siniestro de los pechos cerrados. Abre la puerta de tu alma y sal a respirar al lado afuera. Puedes abrir con un suspiro la puerta que haya cerrado el huracán. Hombre, he ahí tu paracaídas maravilloso como el vértigo. Poeta, he ahí tu paracaídas, maravilloso como el imán del abismo. Mago, he ahí tu paracaídas que una palabra tuya puede convertir en un parasubidas maravilloso como el relámpago que quisiera cegar al creador. ¿Qué esperas? Mas he ahí el secreto del Tenebroso que olvidó sonreír. Y el paracaídas aguarda amarrado a la puerta como el caballo de la fuga interminable.

"Cuatro Leyes de la Espiritualidad" Vive Bien, Ama con todo tu Ser y se Inmensamente Feliz.!

En la India se enseñan las "Cuatro Leyes de la Espiritualidad"
La primera dice: "La persona que llega es la persona correcta", es decir que nadie llega a nuestras vidas por casualidad, todas las personas que nos rodean, que interactúan con nosotros, están allí por algo, para hacernos aprender y avanzar en cada situación.
La segunda ley dice: "Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido". Nada, pero nada, absolutamente nada de lo que nos sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante.No existe el: "si hubiera hecho tal cosa...hubiera sucedido tal otra...". No. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que haber sido así para que aprendamos esa lección y sigamos adelante. Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo.
La tercera dice: "En cualquier momento que comience es el momento correcto". Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuando comenzará.
Y la cuarta y última: "Cuando algo termina, termina". Simplemente así. Si algo terminó en nuestras vidas, es para nuestra evolución, por lo tanto es mejor dejarlo, seguir adelante y avanzar ya enriquecidos con esa experiencia. Creo que no es casual que estén leyendo esto, si este texto llegue a nuestras vidas hoy; es porque estamos preparados para entender que ningún copo de nieve cae alguna vez en el lugar equivocado!Vive Bien, Ama con todo tu Ser y se Inmensamente Feliz.!

Consideraciones sobre el Patrimonio Intangible y las políticas estatales de salvaguarda, difusión y transmisión generacional

Prof. Esteban Emilio Mosonyi
Nuestro objetivo habrá de plasmarse en un Haití plenamente reconstruido a base de su propia historia, apoyado en sus propios recursos, con el despliegue de toda su originalidad cultural y atento a las aspiraciones legítimas de sus habitantes; ahora más conscientes que nunca de su identidad y diversidad, dentro de un orden mundial sin oprimidos ni opresores.

Iniciamos nuestro recorrido por el tema con una serie de cambios conceptuales y redefiniciones políticas que, por fin y después de tanto tiempo, empiezan a reconocer el Patrimonio Cultural Intangible –fiestas y ceremonias colectivas, espiritualidad, música y danzas, conocimientos y saberes, idiomas y discursos, entre otros– ya a finales del siglo pasado. Un largo periodo de invisibilización por desprecio, ignorancia e intereses subalternos había puesto en peligro incluso la existencia de tales manifestaciones, ante el avasallamiento globalizador, el mercantilismo neoliberal y la doctrina del Estado napoleónico uniforme e indiviso, reacio a toda diversidad y diferencia. Dentro de esa situación insostenible, la peor parte les ha tocado a los idiomas minorizados, unos seis mil sistemas lingüísticos prácticamente condenados a desaparecer en un máximo de uno o dos siglos, quedando a salvo solo algunas lenguas dominantes. Otro punto que desarrollamos en esta primera parte es lo relativo de la diferenciación entre Patrimonio Tangible y Patrimonio Intangible, ya que la interpenetración entre ambos es mucho mayor y evidente de lo que se imagina y, en última instancia, los códigos cognitivos y simbólicos que hacen posible la cultura son básicamente intangibles, comenzando por el lenguaje articulado.
Más adelante exponemos que, por fortuna, el proceso desintegrador y desaparición progresiva del Patrimonio Intangible en general y de las lenguas en particular no es un hecho irreversible. En Venezuela, por ejemplo, una nueva Constitución, algunas disposiciones normativas y la toma de consciencia de las comunidades portadoras bastaron para que en este último decenio no se produjera la pérdida de ningún idioma indígena vernáculo sino más bien la resurrección de algunos que ya se creían extintos. La parte final la dedicamos a la trágica situación de Haití a raíz del terremoto, en el sentido de proponer una alternativa internacional de acción solidaria, consistente en promover la reconstrucción del país a base de su inmenso Patrimonio Intangible colectivo, muy presente en sus pobladores y hasta la fecha poco activado para proporcionar a esta Nación un modelo de desarrollo original y sostenible.
I

No parece haber manera de sustraernos a cierto optimismo realista a la vez que placentero, al referirnos a este increíble cambio de mentalidad –un verdadero vuelco copernicano– en relación con el valor y la importancia que la opinión mundial progresista le asigna al Patrimonio histórico-cultural de los pueblos en general, y ahora más recientemente al Patrimonio Intangible en particular. En efecto, quedan todavía personas y hasta funcionarios anclados en decenios pasados, cuando todavía el único patrimonio diagnosticable y defendible era el material, sobre todo el arquitectónico. Pero, los últimos dos decenios como mínimo han sido testigos de avances muy significativos, esperemos que definitivos, en la apreciación de las manifestaciones culturales y simbólicas no materiales, tales como la música, fiestas, saberes, oralidad y finalmente, porque llegaron de últimas a este escenario, las lenguas del mundo o idiomas como algunos prefieren. Vale la pena hacer una acotación en este punto, porque el español parece ser el único sistema lingüístico que distingue claramente entre idioma –de carácter fundamentalmente oficial y oficioso– y lengua en el sentido de creación simbólica, codificación cognitiva y expresiva, más directamente ligada a la naturaleza humana: recuérdese que en inglés se dice solamente “language”, en francés “langue”, el alemán “Sprache”, en húngaro “nyelv”, y así sucesivamente sin presencia complementaria de la palabra “idioma”. Pero ahora los pueblos indígenas vinculados al mundo hispano –con toda la razón del mundo al ver reducidas por las políticas oficiales y las sociedades mayoritarias sus lenguas nativas al estatus de meros dialectos– exigen unánimemente que en todos los textos legales, y otros formales e incluso informales, se hable solamente de “idiomas indígenas”, dándoseles así el estatus máximo.
Más allá de lo anecdótico, las manifestaciones culturales intangibles aquí referidas acudieron muy tarde al escenario político, al umbral de su deterioro y posterior extinción, y estas situaciones según algunas opiniones pesimistas no han sido superadas todavía. Más adelante vamos a referirnos algo más extensamente a este punto. Pero ya podemos anticipar que el solo hecho de haberse provocado una reacción en cadena muy exitosa por parte de los defensores de la diversidad, pertenecientes a diferentes disciplinas, ha servido para poner de manifiesto este inmenso peligro. A partir de este diagnóstico pesimista vienen surgiendo múltiples iniciativas, con el fin abierto ya no solo de mitigar los efectos de la amenaza de extinción, sino incluso de revertir y eliminar la tendencia como tal. La humanidad y los pueblos que la constituyen, especialmente los más pequeños e indefensos, se declararon en rebeldía ante la presunta extinción inevitable de nuestras manifestaciones irreductibles a expresiones materiales, principalmente los idiomas y sus variantes, por ser ellos los que corren mayor peligro. Seguiré insistiendo en mi punto de vista, por cuanto siguen proliferando informaciones, algunas de ellas interesadas y otras producto de la ignorancia, que descartan cualquier posibilidad de salvación a futuro del inmenso patrimonio humano inmaterial, por ejemplo cuando afirman que de los aparentemente seis mil idiomas existentes en el mundo solo sobrevivirá algo así como una docena al cabo de los próximos dos siglos. En realidad, ahora más que nunca seguimos contando con muchísimos recursos para impedir que suceda esa debacle; pero antes de pasar a este tema me siento en el deber de aclarar algunos puntos teóricos y prácticos en torno al concepto mismo de Patrimonio Inmaterial, todavía sujeto a muchas discusiones.
Antes que nada, la misma dicotomía que separa lo material de lo inmaterial está mal concebida. Parecieran existir, según esa concepción errada, dos ámbitos radicalmente distintos y sin mucha ósmosis limítrofe. Si verdaderamente fuera así, los tecnócratas y la gente pragmática en general estarían de plácemes, porque su labor se les facilitaría y concretaría al máximo: unos trabajarían con un sector y otros con el otro, así de simple. Por fortuna, la realidad no se nos da de forma tan esquemática; necesitamos poner en acción el pensamiento complejo que tampoco es producto intelectual exclusivo del muy respetado profesor Edgar Morin. Si nos ponemos a analizar sin prejuicios, es fácil percatarnos que ni siquiera las pirámides de Egipto o del Mundo Maya pueden reducirse meramente a la categoría de Patrimonio Material. Detrás de esas joyas arquitectónicas, todavía amenazadas por fenómenos naturales y el ser humano, están múltiples códigos simbólicos, escritos –los menos– y orales –el resto–, algunos de ellos todavía rescatables, precisamente a través del discurso de los pueblos descendientes y sus idiomas, muchos de los cuales se niegan a desaparecer. Por ejemplo, los recientes y a veces no tan recientes estudios antropológicos nos informan en amplia medida hasta qué punto los sabios maya actuales de México, Guatemala, Belice y Honduras, dueños persistentes de sus idiomas ancestrales y de una riquísima oralidad, poseen información muy abundante sobre lo concerniente a la construcción de estas obras; igualmente, las razones que las hicieron posibles, las conexiones cosmogónicas, etnocientíficas, míticas, simbólicas y de otra índole, por más que gran parte de ese conocimiento se haya perdido en las hogueras de la Inquisición, y en la brutal represión colonial y posteriormente republicana. Mutatis mutandis, lo mismo se podría decir en relación con todo el tesoro arqueológico y arquitectónico que alberga nuestro planeta, a veces en condiciones bastante precarias por decir lo menos.
Mas no es preciso invocar estas creaciones monumentales para darnos cuenta de la estricta e indeleble imbricación que hay entre lo material y lo no material, lo tangible y lo intangible, aun cuando confieso que lo aquí dicho no puede tomarse como argumento valedero para combatir todo tipo de especialización: nada más lejos de nuestro espíritu que predicar la conversión de los expertos en “toderos” aficionados, como lamentablemente existen tantos de ellos, provistos incluso de un acusado sentido mercantil. Considero, sin embargo, que en beneficio de las políticas más avanzadas de salvaguarda patrimonial es necesario enfatizar la unidad epistemológica presente en toda esta inmensa diversidad, en forma dialéctica y dinámica. Podríamos buscar infinidad de ejemplos, pero el espacio nos obliga a aterrizar en unos pocos bien seleccionados. Hace apenas dos años un grupo de científicos sociales nos pusimos a discutir sobre si en la gastronomía predominaba lo tangible o lo intangible. En las políticas actuales se la enrola dentro de lo tangible, a base de nuestra experiencia sensitiva de apreciar el gusto de cada tipo de comida bien elaborada. Aquí estaremos de acuerdo de que se trata de algo muy material, como por ejemplo un plato con carne de oveja. Pero basta una mínima profundización para percatarnos de que las recetas, cuando no están escritas, forman parte de oralidades a veces muy recónditas, casi indescifrables todavía, expresadas incluso en múltiples idiomas generalmente minoritarios, a partir de los cuales sería extremadamente difícil conseguir traducciones fieles para reproducir algunas de estas exquisiteces. De esta manera obtenemos la conexión perfecta entre gastronomía, lingüística e incluso análisis del discurso. Creo que ya se nos entendió que no se pretende convertir en lingüistas o algo parecido a los expertos en Patrimonio Gastronómico, mas sí es extremadamente importante tomar en consideración estas conexiones y estudiarlas con la mayor seriedad, incluso mediante un creciente trabajo interdisciplinario y transdisciplinario.
Todas estas consideraciones resultan ser de suma importancia cuando sopesamos que hasta hace poco tiempo se creía que la mitología, la llamada literatura oral de los pueblos indígenas y vernáculos, incluso el conocimiento discursivo de las diversísimas culturas con que afortunadamente cuenta la humanidad, pueden estudiarse y hasta perpetuarse exclusivamente a través de un pequeño número de idiomas de extensión mundial como el inglés, el francés, el español y algunos otros, poquísimos por cierto. Ya hay holandeses, estonios, árabes y también hispanos que no quieren escribir en su idioma sino en inglés, con miras a lograr el acceso a un público más numeroso, inclusive un mercado más rentable para sus aportes. Cualquier investigación honesta, éticamente sustentable y epistémicamente válida, nos aclara en seguida que ese reductivismo simplista no es posible ni deseable, al menos si respetamos la verdad de los hechos y también las exigencias históricas de los pueblos que no quieren ver alterado ni mutilado su patrimonio, a menudo milenario y siempre intransferible. En otros términos, estamos agradecidos, sin duda, a los investigadores internacionales que nos han transmitido estudios serios y documentados sobre tantos pueblos no occidentales de América, África, Asia y Oceanía. Pero ya se hace necesario e imprescindible que todas estas sociedades hablen con voz propia, y en el idioma que les corresponde. Nunca va a ser igual un mito contado en warao que su traducción al español o al inglés, aún en la versión más esmerada. Además de la tesitura de cada discurso, las asociaciones históricas y culturales entre los códigos lingüísticos y cada mensaje expresado, las palabras y sus mutuas relaciones, incluso el sonido ínsito en la musicalidad de cada fonología distintiva, sólo hacen acto de presencia a través del uso del idioma nativo. Aun en el mundo occidental no hay comparación posible entre leer El Quijote en español o hacer lo mismo en inglés, y ningún entendido en la materia se sentiría cómodo con una versión del Hamlet en francés o, retrocediendo a través de los milenios, leer e interpretar los poemas homéricos en cualquier lengua contemporánea. Ahora bien, las diferencias son mucho más sensibles entre los idiomas indígenas y aquellos pocos que por los momentos controlan el cuasi-monopolio editorial industrializado.
Puesto que me encanta reforzar con ejemplos claros y concretos cualquier afirmación de índole y procedencia más bien teórica, propongo que cotejemos muy brevemente un párrafo tomado de un canto religioso pumé (yaruro, del Estado Apure) en idioma original con su traducción bastante fiel al castellano:Así es de verdad en este día, queda lejos de la tierra, la tierra sonora del paraíso, si fuera como irse por el mundo terrenal no se llegaría jamás. El sabio va en medio del poder del canto, el espíritu de su cuerpo va cantando con poder el motivo de la palabra creada, va cantando con sabiduría en este día; solamente soñaba para cantar este canto.Hãdikhẽna dova dyωa dova dyωa/ hachidikhẽ dabure dabure/ do ãdechhia pẽ ãna gωrεre/ daia daia baöãmi baöröre/ daεda ngõdω dörödεrẽãvã –dεrẽãvã/ Chuŗi baö ngoãdi hũĩ hãvεchharε chharεre/ pũmẽthoĩ maeaŗa chuŗi baö ngoãmeã/ pariapame maẽchiava/ ngoãdi hũĩda hãvεchha/ dova dyωare dova dyωa dova dyωa/ habo hãdikhiarε remeŗεre/ ngoãrẽkεda hea dyωa.Tomado de Cleto Castillo, Jorge Díaz Pozo Citado en el Calendario editado por la Defensa PúblicaTribunal Supremo de Justicia, 2007.Trataré de ser sintético ante la evidencia del lógico desconocimiento del idioma y cultura pumé por parte de mis interlocutores. Pero basta una revisión somera para poner en evidencia que términos como “paraíso”, “mundo terrenal”, “poder”, “espíritu”, “sabiduría” –aún teniendo traducciones precisas– no significan exactamente lo mismo en pumé que en castellano u otras lenguas occidentales, entre las cuales a su vez se dan diferencias importantes de carácter semántico y pragmático. Las asociaciones intralingüísticas e intraculturales, dentro del mundo pumé, también necesitan de la comprensión y hasta internalización global del modelo societario indígena como tal. Hay también partículas de relleno, reiteraciones y junturas que marcan las pausas necesarias, especialmente dentro del canto producido por el músico pumé o tõhengoãme. Además, todos estos hechos se inscriben dentro de la sonoridad muy particular del idioma pumé con sus infinitos matices vocálicos y consonánticos. Sin proseguir por ahora, creo que cualquier persona desprejuiciada se da cuenta de la enorme distancia que hay entre un texto indígena original y su traducción respectiva, sin desmerecer el intento de comunicación parcial, opción claramente superior a la ignorancia y desinformación total. Vale decir, es muchísimo mejor aproximarnos a una cultura con todas nuestras limitaciones, antes que desconocerla manifiestamente.
II

Al comienzo de mi exposición señalé brevemente la reversibilidad, hasta ahora negada, de la malsana tendencia a la desaparición total de la mayor parte del Patrimonio Intangible de la humanidad. Rompiendo con todo lo establecido, intentaré justificar mi posición apelando al caso venezolano, el cual podría estar reproduciéndose en otros países y lugares. Ya desde mediados del siglo pasado se viene diciendo que algunos idiomas e incluso culturas totales de ciertos pueblos indígenas muy minoritarios y “aculturados” –caso de los baré, baniwa, warekena del Estado Amazonas o de los añú del Zulia– están a punto de desaparecer y nada se podrá hacer por evitarlo. Ahora bien, todas estas lenguas –con sus respectivas culturas e identidades–, están ahora atravesando un notorio proceso de recuperación, con nichos lingüísticos o preescolares familiares indígenas, talleres y cursos impartidos por hablantes nativos, lingüistas aliados o por cualquier docente que se sienta competente, planes sencillos o sofisticados de recuperación, cuya sumatoria hace perfectamente posible la retoma de lo perdido al cabo de una o dos generaciones de esfuerzo sostenido. Tan cierto es eso que se están reconstruyendo y devolviendo al uso coloquial idiomas total o casi totalmente desaparecidos, ya sin hablantes patrimoniales, como el chaima de la familia caribe (Estados Monagas y Sucre), el ayamán y el gayón de la formación orográfica Lara-Falcón, de origen independiente, o sea, irreductible a las familias etnolingüísticas más conocidas. No quiero que se malinterprete esta situación; en ningún momento se trata de volver al pasado o desvincularse de la realidad nacional. Todo lo contrario, lo que se pretende es participar protagónicamente en el mundo contemporáneo, aprovechando todas sus ventajas, pero al mismo tiempo sin sacrificar para nada el patrimonio milenario, material e inmaterial de los pueblos, si bien este no permanece inmutable al compartir la dinámica de todo lo humano. Así, por ejemplo, el idioma hebreo actual de Israel es muy parecido mas no idéntico al bíblico o al mishnaico. Estas consideraciones pueden aclarar hasta qué punto es importante romper con el mito de que la única forma de estar en el presente y aspirar a un futuro es asimilándose a la globalización neoliberal estilo Francis Fukuyama o Margaret Thatcher.
En esto nos apoya la importante contribución de la UNESCO, la UN y otras instancias internacionales, mediante sus conferencias, declaraciones, documentos y otras publicaciones sobre diversidad, multiculturalismo, derechos indígenas –incluidos dos decenios internacionales dedicados solamente a los pueblos indígenas–, por supuesto el ambientalismo y tantas otras temáticas afines.
Continuando con la situación venezolana, comprendemos perfectamente que sería un tanto ingenuo entregarnos a un optimismo exagerado o pensar que las cosas irán saliendo por sí solas, sin responsabilidad de nuestra parte. No deja de ser verdad que la mayoría de nuestras lenguas autóctonas y vernáculas (patuá francés de Güiria y el Callao, alemán de la Colonia Tovar), están todavía pasando por un periodo que registra censalmente unas pérdidas porcentuales importantes, en cuanto al número de hablantes fluidos; aunque si nos fijamos en las cifras absolutas, el aumento demográfico que se contabiliza en casi todas partes nos informa más bien sobre un número creciente de hablantes. Todo esto parece contradictorio, y lo es hasta cierto punto, mas también es cierto que actualmente estas lenguas y tradiciones culturales, incluyendo las más recónditas, tienen sus dolientes al menos en una parte considerable de la población portadora. Éstos, al organizarse y hacerse notar –ante propios y extraños–, lejos de permitir la extinción de su legado, tratan de influir más bien en su comunidad y entre los aliados, para iniciar y más adelante reforzar las tendencias revitalizadoras, con garantía de éxito en la mayoría de los casos.
El mismo fenómeno, con sus lógicas especificidades, se produce en otros continentes. También se habla desde hace siglos de la muy próxima extinción del idioma irlandés-gaélico, de origen celta. Ahora bien, es verdad que la gran mayoría de los irlandeses hablan normalmente el inglés, pero también existen muchos núcleos duros, todavía minoritarios, que hablan constantemente y transmiten el gaélico y el propio gobierno lo utiliza como idioma oficial. Así que no hay manera de que el idioma se pierda: lo difícil sería generalizarlo como sistema simbólico de intercambio coloquial entre todos los irlandeses. Volviendo a nuestro caso venezolano, sería injusto ocultar o minimizar el que en estos últimos decenios, particularmente a raíz de la Constitución de 1999, los pueblos, culturas e idiomas indígenas –y más recientemente, afrodescendientes– han adquirido mucha visibilidad y, si bien los cambios no ocurren con la velocidad deseada, poco a poco se va disipando la desinformación y se relativizan los prejuicios que antes pesaban sobre estas comunidades, junto a sus valores ancestrales. Por ejemplo, es cierto que en nuestro país aún no se ha logrado instaurar un buen sistema de Educación Intercultural Bilingüe; de hecho, algunos países que la iniciaron después que nosotros han recorrido un camino más largo, como es el caso de Ecuador, Brasil, Bolivia o México. Mas aún así, donde ha faltado el recurso o la voluntad política de los organismos oficiales, muchas veces han sido las propias comunidades las que se han organizado y han puesto su empeño en crear por lo menos alguna forma de interculturalidad, y espacios adicionales para su idioma y demás manifestaciones. Vengo insistiendo hace algún tiempo, en que el Estado venezolano debería volver a priorizar el tema indígena, tal como ya se intentó con las disposiciones transitorias –casi todas ellas pro-indígenas– de la Constitución Bolivariana de 1999, pero cuyo empuje ha venido disminuyendo más o menos a partir del 2005 a esta parte.
Estamos aún a tiempo para recuperarnos a la vez que darle este ejemplo al mundo, mediante el hecho cierto y documentado de que entre nosotros, lejos de haber disminuido el número de idiomas y oralidades indígenas, más bien han vuelto al escenario histórico algunos que ya se habían dado por extintos, y eso hace bastante tiempo. Debemos imaginarnos cómo mejorará esta situación si nuestro Estado y sus organismos le vuelven a meter la mano a nuestra ya casi cincuentena de idiomas y culturas originarios y vernáculos. Es un verdadero desafío, al mismo tiempo que muy realista porque está comprobado que los gastos culturales, aún los muy abundantes, suelen estar muy por debajo de otros tipos de erogaciones y aun así producen bastantes resultados. Es obligatorio agregar, además, gracias a las múltiples pruebas directas e indirectas existentes, que el desarrollo cultural sostenible influye decisivamente en otros renglones, en todo un conjunto de aspectos de la vida y convivencia sociales, incluyendo cierto progreso económico endógeno, además de la altísima elevación de la autoestima de la gente. Venezuela está en la obligación de señalar mediante el ejemplo la viabilidad de una sociedad diversa y múltiple, respetuosa de sus orígenes históricos, la complejidad de su presente y los retos de un porvenir creativo y abierto para nuevas posibilidades. Y si logramos probar ante el mundo que la recuperación de las culturas y lenguas minorizadas sí es perfectamente posible, no hay razones para pensar que lo mismo no podrá ser alcanzado en otras latitudes a pesar de las diferencias. De hecho, existen en todos los países y continentes muchísimos movimientos exitosos, en cuyo seno vuelven a surgir estos patrimonios intangibles potenciales, dormidos mas no muertos ni desaparecidos, según dicen los propios portadores. Las experiencias de los indígenas norteamericanos son, por ejemplo, impresionantes. Por mi parte, estoy y permanezco firmemente convencido de que la supuesta extinción del Patrimonio Inmaterial de la humanidad habrá de ser y podrá ser revertida en todas partes del mundo.
III

La temática que hemos abordado es a la vez hermosa y fascinante, pero también difícil e interminable, a medida que uno va profundizando, sobre todo si se utiliza una tónica interactuante. La presente ocasión es poco apropiada para seguir adelante, pero no quisiera concluir estas reflexiones sin antes referirme a un tema muy específico, muy de este momento, en el cual deseo además involucrarme. Sería bueno que le prestemos atención a la reciente tragedia de Haití, más allá de su terrible costo en destrucción avasallante y pérdida masiva de vidas humanas. Comoquiera que estamos discurriendo sobre diversos aspectos y connotaciones del Patrimonio Intangible, tomado en su sentido más lato, en este momento me tocará expresar –tal vez de manera muy iconoclasta, pero todavía dentro de la realidad– que el terrible seísmo, junto con sus concomitancias, ha llevado trágicamente a cierta “intangibilización” del patrimonio haitiano, ya que los mejores edificios y construcciones –como el Palacio Presidencial– se han derrumbado, e ignoramos cuándo y cómo serán reconstruidos. Haití es ahora una gran memoria colectiva, amparada y enriquecida por un inmenso Patrimonio histórico, cultural y lingüístico de carácter fundamentalmente intangible. La cultura popular haitiana, de origen afrodescendiente pero matizada de mucha influencia francesa, antillana y con cierto sustrato amerindio, siempre se ha caracterizado por su gran riqueza, variedad y arraigo indeleble en el seno de la población entera: un verdadero pueblo de artistas y creadores, de intelectuales, escritores y poetas, en cantidad y calidad proporcionalmente muy superior al tamaño de la isla y al número de habitantes. Para ir al grano, Haití ha sido un país desafortunado en lo político y socioeconómico, pero riquísimo en cultura propia y originalidad creativa. Ahora, ante la presente tragedia, tal situación se nos vuelve aun más llamativa y explícita.
No albergo ninguna duda de que una verdadera reconstrucción del país y nación haitianos depende en gran medida del encauzamiento de su densa y privilegiada cultura intangible –es la que más sobresale después del horrible terremoto con sus réplicas interminables– hacia una recuperación independiente y un autodesarrollo sostenible en lo ecológico, social y humano. Sé que se trata de una tarea sumamente difícil, pero estrictamente necesario en este momento. Es verdad que la llamada comunidad internacional parece dispuesta a tenderle la mano a este pueblo y coadyuvar, más que en cualquier otro momento anterior, a restaurar la vida y vitalidad de esta importante y emblemática sociedad caribeña. Pero también es cierto que cada aliado potencial preferiría ayudar a su manera, tal vez imponiendo o dictando criterios incongruentes con la historia e identidad haitianas. Sería horroroso pensar en un Haití “globalizado” y más aún si se tratase de un país “marginalizado” dentro de la globalización, algo así como una fuente barata de maquilas y mano de obra semi-esclava, dentro del más clásico neoliberalismo. Tampoco luce mucho más atractivo un modelo de simple modernización, como un tránsito al siglo XXI en términos despersonalizados y desprovistos de aportaciones propias, continuadoras de su hermosa tradición afrocaribeña. Igualmente caricaturesco podría ser el paracaidismo de redentores improvisados, quienes a nombre de cualquier doctrina pretenderían inventar un nuevo Haití, según sus propios gustos y preferencias. Por el contrario, estamos ante el reto de lograr que Haití, por primera vez en su historia, llegue a recuperar ojalá definitivamente su identidad propia e intransferible, su diversidad interna y la que lo define frente al resto del Caribe y del mundo. Esto conlleva una iniciativa protagónica a través de la autoestima creciente, fomentada desde adentro y a partir de los aliados internacionales. Haití se lo merece, en virtud de su propio ser intrínseco, mas también por haber sido el iniciador de la emancipación caribeña y, por extensión, centro y suramericana. Lejos de habérsele retribuido tanta deuda histórica, Haití ha sido una y mil veces humillado, vituperado, conquistado, discriminado, en su condición del país más pobre y peor tratado del hemisferio occidental. Ello tiene que terminar, y nos encontramos en el momento preciso para alcanzar ese fin.
Pero no quisiera que mi texto se convierta en una mera declaración de principios, aunque así tampoco se haría ningún daño. Acudiré más bien a mi vocación personal de hace largos años en pro de la diversidad lingüístico-cultural de los pueblos enmarcada en su desarrollo sostenido, libre, autónomo y protagónico, como debería ser en todo el mundo. En tal sentido, deseo manifestar mi intención, sin ambages o vericuetos discursivos, de formular una iniciativa institucionalizada, de carácter no impositivo sino propiciador de la participación integral de toda la comunidad y comunidades haitianas, en el sentido más lato e integral del concepto. Propongo constituir un grupo de trabajo internacional, interdisciplinario y transdisciplinario, creado específicamente a fin de servir de facilitadores y proveedores de los recursos necesarios para activar de manera sin precedentes el grandioso y complejísimo Patrimonio cultural haitiano, con especial atención a su Patrimonio Intangible en tanto la más idónea para marcar la pauta en esta encrucijada histórica. En esta noble tarea todos los países hermanos podríamos ayudar, a la vez que la propia UNESCO tendría una participación fundamental, dada su amplia experiencia y su solvencia indiscutible en el ancho mundo de las organizaciones internacionales. Nadie ignora que una acción de esta naturaleza aún no ha sido planificada, frente a otras que se vienen hilvanando lentamente desde largo tiempo atrás. Mas, precisamente, la terrible y calamitosa situación en que se halla sumida la República de Haití nos está obligando –no cabe la menor duda– a diseñar un plan dentro de los lineamientos propuestos, sin necesidad de improvisar y evitando cualquier arbitrariedad contraproducente. Para ello habrá que seguir las múltiples conclusiones y recomendaciones emanadas de una larga serie de conferencias y reuniones internacionales que han puesto en el tapete una cantidad creciente de valores humanos, ambientales, espirituales y cósmicos: la regeneración ecosistémica del planeta, el desarrollo sostenible con sus nuevas fuentes energéticas, la diversidad socio-cultural, la conservación y difusión de los idiomas minorizados, la creación de una nueva episteme de raíces múltiples como ente generador de propuestas educativas alternas y cónsonas con estos objetivos y aspiraciones, cada vez más internalizados por la humanidad progresista, pensante y amante de la paz.
Tal sería el punto de partida, quizás y sin quizás, de un nuevo tipo de acción de envergadura internacional en solidaridad y homenaje al querido pueblo haitiano. Confieso que la idea me atrae tanto que mi propia participación activa y en primera fila, para su puesta en marcha y desenvolvimiento progresivo, sería una de mis prioridades profesionales, en caso de materializarse el proyecto como espero y aspiro a que suceda. Querría poner de manifiesto que la potenciación de ese Patrimonio Intangible que continúa incólume en la totalidad del pueblo haitiano conduciría, ya a corto y mediano plazo, a novedosas y originales propuestas de economía popular, a organizaciones sociales endógenas, formas mucho más apropiadas de utilizar los recursos naturales. Se enfrentaría la problemática de la vivienda a partir de una tecnología y estética fundamentalmente caribeñas con su imprescindible sello afrodescendiente; una agricultura renovada apuntaría hacia la producción diversificada y enraizada en lo local. Lo mismo ocurriría con el arte popular –más que artesanía–, el turismo cultural interno y externo, la creación de una red de transporte y comercialización al alcance de las comunidades organizadas; en fin, todo lo necesario para la construcción y reconstrucción de este país que, sin dar la espalda al resto del mundo y sus procesos políticos y tecnológicos, fundamente su futuro en esa originalidad cultural y especificidad identitaria a las que hemos hecho referencia. No se trata de una propuesta fundamentalista ni fanática; nadie piensa separar a Haití del acontecer planetario. Nuestro objetivo habrá de plasmarse en un Haití plenamente reconstruido a base de su propia historia, apoyado en sus propios recursos, con el despliegue de toda su originalidad cultural y atento a las aspiraciones legítimas de sus habitantes; ahora más conscientes que nunca de su identidad y diversidad, dentro de un orden mundial sin oprimidos ni opresores.